top of page
Vanina Kala Waizmann

La herida de invasión | Living With Totality

Así como la vez pasada hablamos de la herida de la vergüenza, hoy quiero hablar sobre otra herida que todos tenemos y algunos de nosotros un poco más presente que otros, y que puede afectar profundamente nuestra vida y nuestros vínculos: la herida de invasión.


¿Qué es la herida de invasión?

La herida de invasión es aquella que nos hace buscar la libertad constantemente. Quienes portamos esta herida nos volvemos un poco "antidependientes". Generalmente, las personas que cargamos con esta herida sentimos miedo a ser absorbidos, agobiados, presionados o exigidos, lo que puede devenir en ciertos grados de rechazo, disgusto o enojo, cuando el otro no nos da el espacio que necesitamos.

Es como si tuviéramos una sensibilidad a todo lo que "percibimos" como presión, o deber ser.

herida de invasión

¿Cómo nace la herida de invasión en nosotros?

Generalmente, las personas que tenemos más marcada esta herida no tuvimos de pequeños el apoyo de nuestros padres en ser libres, o únicos. Cuando queríamos jugar con amigos, nuestros padres se ponían celosos, o controlaban lo que comíamos, con quiénes estábamos, revisaban nuestros cajones, o las cosas eran como ellos decían y no había lugar para opiniones diferentes. 


Puede ser que en la infancia invadieron nuestros espacios, o nuestro cuerpo, o incluso nuestra sexualidad, y acercarnos a alguien en el presente nos asusta porque no nos enseñaron que nuestro cuerpo, energía, espacio, es nuestro.


O quizás venimos de una familia muy numerosa y no había espacio para uno, o tuvimos que ocuparnos de cuidar a un hermano o hermana que tenía alguna dificultad, o de quien no se ocupaban los adultos. Incluso puede ser que hayamos tenido que cuidar a un padre o madre depresivo o alcohólico, entre otras cosas.


Aprendimos a perdernos en los demás, y perdimos la conexión con nuestro eje. Aprendimos a desconectarnos de nuestro abandono, ocupándonos de otro.

Entonces en la vida cotidiana actual, automáticamente al acercarnos al otro perdemos el eje, y eso nos asusta porque nos recuerda a nuestra infancia.


¿Cómo se manifiesta la herida de invasión?

Típicamente, los anti-dependientes alejamos a los otros, evitamos el acercamiento, ponemos excusas para evitar encuentros, incluso en ocasiones llegando a mentir o a retirar gradualmente el afecto. En lo que refiere a la sexualidad, quienes viven con la herida de invasión tienden a preferir o practicar encuentros casuales, sin verdadera intimidad o conexión, por miedo justamente a ser, de alguna manera, controlado. O no tener sexualidad alguna.


Algunos pensamientos negativos que están firmemente ligados a la herida de invasión son la insuficiencia de lo que yo haga para con el otro, y el miedo a "si no hago esto, se va a deprimir, o va a crear peleas, o dolor en el otro"...lo que termina dando como resultado algunas frases típicas como "mejor me evito el drama" o "qué me cuesta". Muchas veces, los anti-dependientes optamos por "estar solos antes que mal acompañados", resultando en una vida de mayor soledad, principalmente porque tendemos a no animarnos a la conexión con el otro y a atravesar ese miedo. 


Un círculo vicioso que suele perpetuarse en las personas que tenemos herida de invasión funciona de la siguiente forma:

  • Hacemos algo que no queremos, cedemos, porque queremos evitar que el otro se sienta mal, se sienta abandonado o se enoje.

  • Sentimos resentimiento por haber cedido.

  • Nos alejamos

  • Sentimos culpa

  • Volvemos a empezar (a hacer cosas que no queremos).


A todo esto se le suma que cuando estamos tomados por esta herida, tenemos la expectativa de que el otro nos de nuestro espacio, ya que no sabemos, probablemente porque no aprendimos y no nos enseñaron, a proteger y tomar nuestro propio espacio. 

herida de invasión alejamiento

Anatomía de la herida de invasión

Resulta de gran ayuda poder darnos cuenta cuando estamos tomados por ella, y para ello es interesante ver la anatomía de dicha herida.


¿Cómo se siente?

La herida de invasión se siente como si algo no nos deja respirar, y necesitamos tomar espacio del otro. El otro nos empieza a dar rechazo, y todo lo que hace nos molesta. Incluso puede llegar a darnos náuseas. Queremos tenerlo lejos. Otra de las cosas que sentimos, cuando tomamos ese espacio, es culpa, porque no nos enseñaron que nuestro espacio es nuestro derecho.


¿Qué pensamos?

Cuando estamos tomados por la herida de invasión nos aferramos a la expectativa de que el otro debería darme ese espacio, porque tomarlo genera mucha culpa y no sabemos cómo hacerlo. Nos encontramos pensando cosas como las siguientes:

  • "Esto no debería estar pasando."

  • "¿Por qué no se da cuenta que necesito espacio?" "Por qué no se va?"

  • "¿Por qué no me deja en paz?"

  • "¿No tiene algo que hacer?" "¡Qué pesado!"


¿Qué hacemos?

Hay varias cosas que hacemos cuando estamos siendo activados en nuestra herida de invasión:

  • Nos aislamos, dejamos de contestar el teléfono, desaparecemos.

  • Anestesiamos con algo: drogas, alcohol, el teléfono, pornografía, etc.

  • Nos ocupamos de tener relaciones poco íntimas y casuales para que no nos puedan exigir nada porque sentimos todo como un reclamo.

  • Ponemos límites bruscos porque no sabemos hacerlo de un modo amoroso (y porque esperamos demasiado para hacerlo).

  • Mentimos, para poder tomar nuestro espacio. Buscamos excusas para estar solos, como si no tuviéramos el derecho de estarlo. "Tengo mucho trabajo".

  • Complacemos igual, y no nos damos cuenta que en ese proceso, en vez de ayudar al vínculo, lo dañamos.


La invasión y el shock

Parte del crecimiento de cualquier individuo es entender cuándo y cómo poner los límites. Cuando estamos activados en esta herida, vemos en el otro ciertas actitudes o acciones que nos despiertan esta invasión y, por consiguiente, un grado de shock: cuando nos demandan, insultan, agreden, gritan, interrumpen. Por eso, aún cuando suceda esa invasión, es importante poder poner límites de manera saludable.


Es cierto que es difícil: esta dificultad, como mencioné anteriormente, proviene de haber sido invadidos (o peor) de niños, entonces no sabemos cómo ponerlos. Sin herir ni lastimar al otro, intentar poner límites es lo mejor y más saludable para empezar a sanar esta herida. Y como cuando aprendimos a caminar, al principio nos saldrán un poco peor, y de a poco aprenderemos a ponerlos cada vez más fluidamente. Sólo hay que tener paciencia y seguir practicando.


cómo curar la herida de invasión

El camino de sanación y crecimiento

Te quiero dejar por último con unos pasos que te pueden guiar y ayudar a trabajar tu herida de invasión cuando se activa:


  1. Traer a la consciencia que está siendo activada tu herida

  2. Entender que viene del pasado y no del presente.

  3. Sentirla. Tomarte tiempo y espacio para sentirla. Avisar al otro que volveré para que el otro no se desespere (porque el otro va a sentir su herida de abandono activada cuando tomes tu espacio)..

  4. Poner límite si el otro ha invadido tus espacios (con palabras, insultos, opiniones, o físicamente). Si el otro no lo ha hecho pero tu herida fue activada, no hay límite a poner, sólo hay que sentir y tomar responsabilidad de lo que te sucede.  

  5. En ambos casos (si fuiste o no realmente invadido), tomar responsabilidad de lo que traes a la mesa: "Necesito mucho espacio para sentirme y sentir lo que necesito,  y no tiene nada que ver contigo", o "necesito ir lento porque tengo la tendencia a perderme en el otro", etc.

  6. Ser compasivo y paciente con tu propio proceso.


Para explorar más sobre este tema, y conocer las mejores formas para sanar la herida de invasión, te invito a ver el video ubicado en el apartado de Recursos para ver, titulado: "Me falta, Dame espacio: una exploración de las heridas de abandono e invasión". Espero que te ayude en tu proceso, y puedes contactarme por cualquier cosa que necesites.


Con amor,

vanina kala firma


55 visualizaciones0 comentarios

Comments


bottom of page